Usos y costumbres

Usos y costumbres


          Allá por los años 40, existía un mundo rural asentado en pequeñas aldeas. Se comportaban como núcleos de convivencia humana, bastante cerrada con muchas cosas y tradiciones en común. Las relaciones sociales eran próximas y solidarias. Todos sabían “todo de todos” del pueblo. La vida entre sus habitantes necesitaba motivos para avivar, animar y mantener la convivencia, las relaciones y la distracción que se producía en la comunidad.

           En estos grupos tenía una especial fascinación los acontecimientos sorprendentes, relevantes, alegres, tristes, trágicos, los chascarrillos, relatos, lo ocurrido a zutanito o menganito. La gente los comentaba  y todo ello fue dando lugar a la aparición de  anécdotas, historietas, cuentos,  que recogían acontecimientos y hechos reales; y posteriormente ficticios, que se contaba en familias y entre amigos.

           Durante los crudos inviernos en una zona de Soria, la gente de los pueblos  (Castilruiz, la Rinconada) desarrolló sistemas de convivencia  para hacer más llevaderos los días. No había radio ni televisión. Un hecho es que hacía un frío extremo y  nevaba mucho más que ahora, ocasionando a veces una incomunicación más o menos larga. Al levantarse, por las mañanas, los mayores debían hacer veredas con palas para salir de las casas y acercarse a lugares comunes porque la nieve tenía cerca de medio metro (ir a por alimentos, visitas, enfermedades, “llevar a dar agua a los machos”, ir a por paja). A veces no se podía salir del pueblo durante una temporada. Toda familia debía estar prevenida para hacer frente a estas dificultades haciendo acopio de recursos: alimentos para las personas y los animales, leña, reservas de toda índole…

            Los niños y jóvenes, al no poder jugar en la calle o las plazas, pasaban parte de los días y las tardes en lugares abrigados en casas de vecinos, en portales, tañadas, graneros, etc. Al recordar aquellos años, vienen a mi memoria recuerdos, imágenes  de mi niñez que, aunque duros, están cargados de nostalgias de aquellos tiempos que ya no volverán. El paisaje nevado de nuestra comarca, rodeada por el Moncayo y la sierra del Madero, brillante la nieve cuando le daba el sol  los días despejados, era una maravilla. ¡qué tiempos aquellos llenos de belleza!

            No me resisto a mencionar los días en que había misa en la Virgen por primavera. Los días eran luminosos, los campos verdes, los ababoles (amapolas)  teñían de rojo el paisaje y el viento mecía los trigales; las aves preparaban sus nidos y el canto del cuco, la abubilla, la alondra alegraban el camino; la campana de la Ermita de Ulagares llamaba  a misa. A las doce la campana tocaba al Angelus. Después de la misa, a veces íbamos al monte a coger flores que, por cierto, daban dolor de cabeza. Era por mayo…nunca olvido aquellos paisajes y momentos…

           A pesar de la dureza de aquellos años, había como una “dorada mediocridad” y una honesta pobreza. Sólo las personas que vivieron en aquellos momentos lo saben. De entre estos recuerdos quiero mencionar cuatro aspectos o costumbres entrañables: las veladas, la matanza, los cuentos, los juegos

          En este apartado me referiré también a algunos aspectos curiosos del ambiente rural del pueblo: a la actividad laboral y humana. Es un intento por reflejar, describir y retratar la estampa labradora, campesina y “comercial; y los temas de su vida diaria allá por los años 40-60…

          Una aproximación a la fisonomía rural y humana del pueblo.

También, una invitación a exponer anotaciones, recuerdos, cuestiones y comentarios sobre la historia del pueblo. Espero que otros, con mayores conocimientos, antiguos y actuales, podrán completar lo aquí recogido, un tanto simplificado y basado en la memoria subjetiva.  Cada tema podría dar lugar para un buen artículo.