Eras y trila

Las eras y la trilla

 


Fueron, en su tiempo, dos estampas relacionadas que tejieron amistades (y lo contrario), convivencias y recuerdos  entrañables y maravillosos. Hoy ya son historia.  

Siendo Castilruiz un pueblo agrícola, dedicado al cultivo de cereales, no es de extrañar que casi todas las familias que tenían campo dispusieran de un espacio llamado “las eras” para trillar la mies del trigo, centeno, cebada, avena, hieros, garbanzos, etc.; que luego, recogida la parva, se ablentaba para separar el grano de la paja. Este último producto también era valorado para multitud de usos durante el año: alimento de animales, cama de cuadras y cortes, tañadas, para hacer ciemo. Hoy día es una actividad industrial dura y sacrificada pero muy productiva. (Siempre uso palabras del pueblo y del momento, aunque hoy no se usen algunas). 

El pueblo está  rodeado por casi todas las partes de eras  (estuvo, hoy son solares) donde se trillaba la mies que se había dallado o segado entre junio y julio y había permanecido en el campo agrupada en montones y en fascales.

 La vida en las eras. Uno de los recuerdos más entrañables, para los que vivieron esta experiencia, es la vida en  las eras en las que se vivía prácticamente, entonces, casi los tres meses de verano. Las relaciones y contactos eran más amplias y estrechas que durante el año. A veces, la gente se quedaba a dormir en ellas cuando había algún montón de trigo, hieros, etc. para protegerlo de las malas intenciones. No olvidar que eran tiempos de la posguerra.

 El acarreo. La siega era la introducción a la tarea recolectora que empezaba con la esparceta. Terminada la misma se procedía al acarreo. A las cinco o seis de la mañana, la gente iba al campo y con carros o galeras se traía la mies a las eras. Para traer  la mies  de algunos corros en laderas muy pronunciadas, había  que hacerlo con caballerías; pero eso era antiguamente. En las eras se esparcía en una parva,  desmenuzando los montones y los fajos.Cargar bien el carro o galera, en cantidad y estética, de forma ostentosa  y de lucimiento, y con carácter de competición, siempre fue un prurito, una pasión, un  orgullo sobre todo por los mozos en edad de prometer o ya prometidos, sobre todo por la Virgen y San Roque que se dejaban en la era para que fueran contemplados. Lógicamente todo tenía que ver con la reata de que se dispusiera para llegar a las eras sin haber sufrido percances. 

 La trilla. Una vez esparcida o tendida la mies en forma de parva circular, se procedía a trillar después de desayunar. Al mediodía se paraba de trillar, se torneaba la parva, se iba a dar  agua a los machos, y  la gente a comer a casa. Después de comer y echar una breve siesta, se  reanudaba la trilla. Al final de la tarde la parva estaba hecha y ésta era recogida en un montón para obtener el grano mediante el proceso de separar el grano de la paja (ablentar se llamaba).

La trilla era un trabajo que tenía un  cierto encanto cuando las yuntas corrían arrastrando el trillo (de piedra o de discos de metal) procurando que la yunta fuera de prisa para que el trillo triturara más rápido la mies. Los trillos llevaban un asiento para el que dirigía la yunta, el cual se servía de una zurriaga y  un ramal o ronzal para dirigir los machos.  

La imagen de un hombre o mujer, viejo o joven, ocupado tener la yunta, conduciendo la misma, con sombrero, la tralla, las riendas y cantando una jota, o una canción de moda, es una estampa que no se olvida. Pero también era pesado, monótono y molesto: por el calor, y el sudor, por el polvo y lo aburrido; tano es así que algunos llegaban a dormirse y el trillo se salía de la parva arañando el suelo del piso.  

Para los que contemplaban la acción desde lejos y no participaban en la labor, tuvo algo de lúdico; la trilla tenía un cierto encanto  bucólico y poético, por lo apacible, sereno, feliz. Era el momento de la recolección: llegaba la alegría y la abundancia, los días cálidos y luminosos, la gente afanándose para terminar pronto antes de que el tiempo estorbara. 

Pero durante el día, mientras se hacía la parva dando vueltas con las yuntas encima del trillo y se torneaba (dar vuelta a la parva) la mies con orquillos, había momentos para hablar con los vecinos estableciendo una gran camaradería y amistad, a la sombra de la cochera o las cinas u otra situación que produjera sombra fresca. Entonces no había refrescos, ni coca cola, ni cervezas. La felicidad era el botijo con agua fresca recién traída de la fuente. 

 Ablentar y llevar el grano al granero. Cuando se habían recogido una o varias  parvas trilladas en un montón o sierra (no recuerdo su nombre) se procedía a ablentar para lo que se necesitaba que corriera el aire (casi siempre el cierzo que se esperaba como agua de mayo), se cernía y se metía en sacos que se llevaban a casa, normalmente después  de terminar el día. En estas ocasiones se solía llevar la merienda a las eras. A veces, había que subirlos al granero que estaba en el desván (sobrado). Era un verdadero sacrificio para acabar la tarea del día.  

Luego los hombres se aseaban y tomaban el fresco en la calle después de cenar. Las estrellas fugaces de agosto, por San Lorenzo (10 de agosto), llamaban la atención de la gente que salía a pasear por la noche. ¿Se han fijado en el brillo que tienen las estrellas en nuestro  pueblo?.  Parece que se pueden tocar con la mano. 

 Denominación de las eras. Volvamos a la localización y denominación de la eras. Al noreste, en el camino de la Virgen, estaban las eras de Santa Bárbara, así llamadas por un pilar antiguo dedicado a la Santa, ya derruido. Más hacia el norte estaban las de la Nevera porque allí existía una nevera donde se guardaba la nieve del invierno para utilizarla en verano y poder  refrescar las bebidas.

Al oeste están las del  barranco, llamadas así por estar cerca del barranco que pasaba al oeste del pueblo, y que llevaba muy poca agua, pero en verano, cuando había alguna tormenta fuerte se crecía y causaba grandes estragos. Por la carretera de Fuentestrún haya otro grupo de eras. Y otros en la carretera de San Felices en la primera cuesta y otras en el alto… 

Hoy día ya no existe esta distribución. Los lugares que ocuparon se han destinado a edificar distintas instalaciones, cocheras, almacenes, naves de cerdos, casas, etc.