Ulagares nº 1

Ulagares

 

Hoja informativa, n.º 1

 Asociación Pueblo de Castilruiz

Octubre de dos mil nueve

                         

Horno de pan cocer

     Comentábamos en el artículo «Comunidad de Villa y Tierra» (colgado en www.castilruiz.com, sección Historia) que nuestro pueblo sitúa sus orígenes conocidos en la Alta Edad Media y que tuvo en sus inicios una administración de lo más democrática que se conocía por entonces. La mayoría de los servicios (carnicería, taberna, pastos, etc.) eran propiedad comunal y se subastaban anualmente en concejo abierto, lo que se llamaron bienes de propios. Uno de estos servicios era el horno de pan cocer; no panadería, no, pues allí no se hacía pan, sino horno a donde iba la gente con la masa de las hogazas para hornearla o cocerla. El oficio comprendía dos funciones: atender la cocedura, y cortar y acarrear la leña.

     La ubicación del primer horno se nos escapa.  Quedaría dentro de la muralla (pues creemos que la había, aun siendo rudimentaria). Con la ampliación del pueblo, hacia el siglo dieciséis, vino a construirse en una zona bien comunicada, en lo que hoy son la casa de Jesús y Ana Mari y la cochera que conocemos como de Las Panaderas, orientando la bóveda hacia La Placilla. Lugar de fácil acceso, al que no resultara costoso traer la leña con la que funcionaba, la cual se suministraba de los montes de propiedad común.

     Las desamortizaciones del siglo XIX, en especial la de 1856, supuso que los ayuntamientos perdieran en torno a un 80% de sus bienes, pasando a manos del Estado, el cual los subastó. En nuestro caso, en el Boletín de Ventas de Bienes del Estado de la provincia de Soria, leemos lo siguiente: «Propios de Castilruiz. Tercera subasta. Número 506 del inventario.– Un horno de pan, sito en el pueblo de Castilruiz y calle de la Carrera, procedente de sus propios, y que segun el inventario produce 32 escudos [320 reales] de renta anual. Tiene de superficie 167 metros. Linda, E., calle de la Carrera, O., la de Cabriada, N., la de la Placilla y S., con el cuadrante. Su construcción es de mampostería ordinaria y se halla en buen estado de conservación. Esta finca fué anunciada en 1.ª y 2.ª subasta en los dias 31 de Agosto y 7 de Diciembre de 1863, bajo los tipos de 576 y 437 escudos 400 milésimas, précio de su capitalización y tasación, hecha por los peritos D. Ciriaco Neyla Vela, práctico, y no habiendo tenido postor se saca en tercera con arreglo á la Real órden de 23 de Agosto de 1863, por la cantidad de 403 escudos 200 milésimas, igual a 4.032 rs. [reales] á que asciende el 70 por 100 de la 1.ª que servirá de tipo para la subasta». [Trascribimos el texto tal cual.]

     Estamos en tiempos de La Gloriosa y se habla de escudos en vez de reales [1 escudo = 10 reales = 1.000 milésimas]. Lo curioso del asunto es que, a pesar de ser la tercera subasta, se adjudicó por la suma de 982 escudos, que duplicaba la cifra de salida, y lo hizo en la persona de Pedro Pérez, de Castilruiz, en reñida puja con Manuel y Pedro Hernández. Dos meses antes se había realizado otra subasta, en la que intervino Francisco Orte, de Castilruiz, la cual fue adjudicada en 1.259 escudos a Francisco Quílez, de Ágreda, pero ignoramos por qué no se hizo efectiva. [Conocemos estos datos por el expediente del Archivo Histórico Provincial de Soria (Hacienda, siglo XIX. Caja 6242, n.º orden 19).]

                  

     ¿Cómo pasó a las últimas familias propietarias? No lo sabemos. Pero sí que nos cuenta la gente mayor cómo era el día de ir al horno: se madrugaba para amasar, mezclando la harina con levadura madre (un trozo guardado de la vez anterior); previamente se había quedado con las panaderas en la hora; una vez allí, se pagaba en especie con un tanto de la masa; solían hacerse hogazas de una o dos libras [se decía que 1 kilo equivale a dos libras y dos onzas]. Pero no todo era trabajo: para la chiquillería suponía que podrían comer algún lagarto (langarto), manzana o chorizo envuelto en masa; para la gente mayor, suponía poder comer pan tierno ese día. 
                            
     Decimos panaderas, pues eran dos cuñadas las que gestionaban, a semanas, el horno. Saturnina Jiménez Largo, esposa de Miguel Orte y Orte (C/ Tenerías, 18), y Lucila Gómez Pardo, esposa de Emiliano Orte y Orte (C/ San Roque, 2). Hijos e hijas ayudaban en la faena de preparación y en traer las estepas (estrepas) del Revedao con las que se calentaba la cocción. Hace alrededor de setenta años, cuando las familias que lo regentaban fueron jubilándose, partieron la propiedad y edificaron la casa y cochera que conocemos.
[Agradecemos las agradables charlas mantenidas a la fresca, sobre el tema, con Araceli y Germán (que frecuentaban el horno), y las noticias facilitadas por Emiliana, Mariano, Fé, Deme, Pili y Paco.]
Ignacio C. Soriano Jiménez;
Fotos de Eusebio y Luz     
                                         
Saludos.       
                
     En el blanco que resta, queremos resaltar la acogida que ha tenido el proyecto de Asociación y, al tiempo, las actividades organizadas por la misma. Solo hemos empezado. Si el pueblo desea subsistir, habrá que recuperar los espacios que lo mantengan vivo, tanto dentro como en el campo que lo rodea.
Castilruiz, octubre de 2009.


Publicado 31 octubre, 2009 por admin in category "Boletines